Bachette magiche

Mía es un hada. Iba a escribir que desde los dos años y medio que se enfundó en su primer disfraz faérico, a Mía no hay nada que le divierta más que jugar a lanzar hechizos y encantamientos. Que se enfunda en su tutú rosa chicle del HM talla año y medio (es crecedero HM y además el tutú rojo de Aliexprés talla 4 años se lo ha cedido a Marti, porque no le gusta), se casca las alitas de mariquita o las del primark de Martina todas destrozadas, se pone sus zapatos negros de brillitos que compramos en el outlet de Abadía de Fiastra (el detalle de los zapatos no es imprescindible, pero aporta al look) y es la niña más feliz del mundo: quiere ser hada con todo su corazón, me pregunta infatigablemente dónde podría encontrar el polvo de hada de Campanilla (porque no lo venden, pero seguro se encuentra en algún lado), me interroga sobre si habría tal vez una forma secreta de aprender a volar y  a veces siento que realmente cree ser una pequeña hadita saltarina.

Voy más allá: Mía no es que lo crea, es que es un poco un hada cada día. Que desde estas navidades (por poner un límite temporal, pero viene de más antiguo) me haya pedido fabricar unas 436 varitas mágicas es prueba de ello. No las suelta ni para dormir, va cambiando formatos, colores y modelos, las lleva al cole y se las presta a sus mejores amigas (aún no a Elena Nuzzi, pero sí a Noemi, Giulia y Ginevra y hasta a Martina...) con la esperanza de que alguna un día funcione y al grito de "ti trasformo in rana, in cuscino, in coca cola, in albero di Natale"... el encantamiento tenga efecto de verdad y acabe con una madre trasmutada en ejemplar de zoológico, elemento natural, alimento, bebida u objeto de menaje.

En Navidades le pedimos a Babbo Natale un disfraz de Trilli (Campanilla) de nuevo de Aliexprés y aunque es una monada y aunque Mía es una gran fan de Trilli (porque el pijama de la hadita rubia que le compré en Prenatal en otoño tuvo un periodo que no quería quitárselo ni a tiros... e iba con la sudadera al cole y todo...) este no le gusta. No ha accedido a ponérselo ni una vez, ni el disfraz ni la coronita de flores. No. Para Martina.

A veces pienso si debería comprar otro tutú en HM online de una talla más grande o probar con otro modelo de Aliexprés o si puedo seguir confiando en la capacidad elástica del que tenemos para darse de sí... porque total, cualquier sustituto no va a gustarle....

El caso es que aunque a veces me aturulle con su constante demanda de varitas de pajita multicolor y estrella recortada en goma eva brillantinosa, cada vez que me encuentro por la casa una varita espachurrada me dan ganas de palmotear, como en la novela de James M Barrie, a ver si un día Mía encuentra ese polvo de hada por el que suspira y puede finalmente hacer realidad su sueño de volar.

(Apostillo, viendo el entusiasmo de mi primogénita ante los saltadores con elásticos del Plenilunio y similares este verano, me estoy documentando sobre los túneles de viento que han abierto en Madrid, son caros, duran muy poquito, y quizás no son adaptos para niños tan peques, pero quizás este verano pueda llevarla. A ver qué siente en esos pocos minutos de vuelo)

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